Santa Romana

Hija de un funcionario romano imperial, Romana se sintió atraída por el cristianismo. Alrededor de los 16 años, para evitar el matrimonio, huyó de la casa de su familia. Con la ayuda de un ángel, llegó a la cueva en el Monte Soracte, donde el Papa San Sylvester se escondía de las persecuciones de Diocleciano. Ella le explicó su deseo de vida religiosa cristiana; Él la bautizó y se fue, dejándola la cueva como un hogar. Su reputación de santidad pronto se extendió, y atrajo a tantos estudiantes que fundaron una comunidad alrededor de su cueva.
Si bien tal santo podría haber vivido en la cueva, y esas personas ciertamente atrajeron a posibles estudiantes y seguidores, los cuentos que crecieron a su alrededor son probablemente ficción piadosa que luego se confundió con la historia.