Nacido de una familia muy pobre pero piadosa. A los doce años se convirtió en sirvienta doméstica de la rica familia Fainelli en Lucca, Italia, una posición que mantuvo toda su vida; Lo miró como una forma de servir a Dios. A menudo le daba su propia comida, y a veces la de su maestro, a aquellos más pobres que ella, lo que la hizo tener frecuentes problemas con sus empleadores y los otros sirvientes en la casa que se molestaban. Sin embargo, hizo un trabajo tan bueno que finalmente fue puesto a cargo de la casa y le confió sus llaves. Asistió a la misa diaria antes de comenzar sus deberes, y iría a un monasterio cercano para rezar en privado. Su reputación era tal que Dante en el Infierno se refirió a la ciudad de Lucca como «Santa Zita».
Santa Zita de Lucca
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